Gazatíes temen tener que desplazarse de nuevo por los bombardeos israelíes
Oficialmente, Israel y el movimiento islamista Hamás mantienen su tregua en Gaza. Pero al este de la "línea amarilla", bajo control israelí, miles de familias palestinas siguen sufriendo los bombardeos del ejército, con miedo de tener que desplazarse una vez más.
En la región de Jan Yunis, en el sur del enclave, se han sucedido últimamente ataques aéreos y disparos de artillería en la parte oriental de la ciudad, del lado israelí de la "línea amarilla".
Dicha línea divide la Franja de Gaza en una parte aún ocupada por las tropas israelíes -más de la mitad del territorio- y otra, al oeste, de la que el ejército se retiró en vitud del acuerdo de tregua en vigor desde el 10 de octubre.
"De noche no se puede dormir del miedo que tenemos, los bombardeos no paran", afirma Um Ahmed, una mujer de 40 años.
"Mis niños tiemblan con cada explosión y me preguntan adónde iremos. No sé qué contestarles", apunta esta madre de cinco hijos.
El ejército israelí acusó este martes al movimiento islamista Hamás de "cruzar la línea amarilla para llevar a cabo actividades terroristas", y aseguró a AFP que está desplegado "en conformidad con el acuerdo de alto el fuego".
En la zona bajo control israelí, decenas de miles de gazatíes viven en tiendas de campaña o en edificios dañados por dos años de devastadora guerra.
Varios habitantes interrogados por AFP temen verse obligados a abandonar su barrio para instalarse al oeste de esta línea de demarcación.
- "Los bombardeos no paran" -
Um Ahmed cuenta que su familia vive en una tienda de campaña, cerca de su casa que quedó "totalmente destruida".
"Es más fácil que afrontar lo desconocido", sostiene.
Esta mujer palestina no se plantea cruzar "la línea amarilla" para ir a la zona de Al Mawasi, al oeste de Jan Yunis, donde los campamentos de desplazados se extienden hasta el horizonte.
"Ya no hay sitio para nadie, ni suficiente comida ni agua", afirma sobre este territorio sujeto a una grave crisis humanitaria.
La guerra arrancó el 7 de octubre de 2023 con la ofensiva sorpresiva de Hamás en el sur de Israel, donde los milicianos masacraron a más de 1.200 personas, en su mayoría civiles, según un recuento de AFP basado en cifras oficiales.
La campaña militar israelí destada en respuesta a ese ataque se cobró más de 70.000 muertos, en su mayoría civiles, según datos del Ministerio de Salud de Hamás, considerados fiables por la ONU.
Y obligó a desplazarse a la inmensa mayoría de los 2,2 millones de gazatíes.
"La línea amarilla es una nueva frontera: una línea de defensa avanzada para las localidades [israelíes] y una línea de ataque", afirmó a inicios de mes el jefe del Estado Mayor israelí, Eyal Zamir, dirigiéndose a unos reservistas desplegados en Gaza.
- "Amenazas directas" -
El alcalde de Jan Yunis, Alaa al Batta, denuncia los bombardeos como "una violación del acuerdo de alto el fuego", y cree que la estrategia está clara.
"Estos ataques tienen por objetivo expulsar a la gente, provocar miedo y obligarlos a desplazarse al oeste", afirma.
Mahmud Baraké, de 45 años, reporta disparos de artillería "incesantes" y continuas demoliciones de casas.
"Las explosiones retumban muy cerca", dice. Él también cree que "el objetivo de la ocupación [israelí] está claro: que nos marchemos y dejemos vacía la zona".
A sus 70 años, Abdel Hamid al Fara ha vivido muchos conflictos entre Israel y Hamás.
Él también se ha quedado cerca de su casa dañada al norte de Jan Yunis, con cinco de sus hijos y sus familias. Y es que Al Mawassi, dice, "no tiene más capacidad para recibir" gente.
"No nos iremos", porque "esta es nuestra tierra", afirma este hombre.
"Desplazarnos no sería una solución, sino una tragedia más".
Z.Ryu--SG